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"30 años reiVIHndicándonos": Reflexiones desde un tercer sector post-Día Mundial del Sida

Un miembro del personal sanitario de Médicos del Mundo en Senegal realiza un test rápido de VIH/Sida.

"30 años reiVIHndicándonos": Reflexiones desde un tercer sector post-Día Mundial del Sida

Por Mireia - SIDA STUDI

Canalsolidario.org

Ha pasado ya un Día Mundial de Lucha contra el Sida más, pero este año con una fecha redonda: celebrábamos 30 años desde el primer diagnóstico de infección por VIH en 1981 tanto a nivel mundial como en el Estado español y Cataluña, y dicha celebración no podía llegar en un período global más convulso. Es por esta convulsividad global, eufemísticamente denominada “crisis”, que he vivido esta celebración de forma contradictoria, tanto por lo que había que celebrar como por lo que no quería olvidar.

Creo sinceramente que es importante celebrar la respuesta de la sociedad civil a lo largo de estos 30 años de luchas contra el VIH/sida, una respuesta que ha supuesto un cambio en la relación entre las personas afectadas por una enfermedad concreta y sus médicos y responsables sanitarios. Hay que celebrar los avances médicos conseguidos, que han permitido detener una infección inicialmente mortal, como ejemplo de que la racionalidad humana nos puede llevar a buscar y conseguir soluciones imposibles.

Hay que celebrar que la prevención sexual del VIH haya permitido hablar de educación sexual en escenarios muy diversos como escuelas o espacios de ocio y, por último, hay que celebrar la evolución de las reivindicaciones sociales, que han pasado de una lucha por la vida a una lucha por los derechos humanos. Hay mucho que celebrar.

Pero también hay muchas cosas a no olvidar. Lo más importante, no olvidar a los y las que ya no están, a los y las que murieron a causa del sida y, sobretodo, a la valentía de muchas personas que en muchos casos, en demasiados casos, les costó la vida. No olvidar tampoco las desigualdades de género y económicas que el VIH/sida ha puesto sobre la mesa en el ámbito mundial. No olvidar cómo una infección vírica ha trascendido el ámbito estrictamente médico o asistencial para convertirse en una “enfermedad social”.

No olvidar una enfermedad que ha justificado y legitimado la estigmatización de las personas que la sufren directa o indirectamente, e incluso su discriminación. No olvidar para no volver a repetir.

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