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Desde Kabala, vemos esperanza

Fotografía: Médicos del Mundo
Sandra en la inauguración del centro de salud de Alikalia en Koinadugu.

Desde Kabala, vemos esperanza

Sandra Fernandes, coordinadora de Médicos del Mundo en Sierra Leona, nos envía este texto escrito desde la ventana de la oficina en Koinadugu

Desde mi ventana veo verde. Las montañas de Kabala a lo lejos. Los dos árboles de mango y, desde hace unos días, mi cama-columpio. Y a Sweety, nuestra gata.

‘Una kushe! Buenos días

Desde mi ventana, la oficina tan increíblemente cerca y tan omnipresente en lo que hago desde que llegué aquí.

Desde mi ventana la esperanza de hacer bien, de hacerlo mejor, de hacerlo coherente.

Desde mi ventana la incertidumbre de si será posible conseguir todo esto. Hay que lucharlo todos los días.

Desde mi ventana música, que no calentaba el alma y que ahora (después de nueve meses) me hace sentir parte integrante de todo esto.

Desde mi ventana, la responsabilidad de ser la directora de una orquesta que a veces afina y otras desafina, una orquesta humana con todas sus complejidades, acrecentadas por las cicatrices del ébola y, más profundamente aún, de una guerra atroz en la que todos/as participaron de alguna manera.

Desde mi ventana los antagonismos de la típica pobreza / riqueza de nuestra Sierra Leona.

Desde mi ventana la constante llamada a la oración musulmana.

Desde mi ventana la masculinidad fuerte, imponente, sin voluntad de que la mujer ocupe realmente su lugar de derecho, aunque los discursos digan lo contrario.

Desde mi ventana ... Una kushe! ¡Ah, buenos días a todos, estoy en Sierra Leona!

Soy Sandra Fernandes, portuguesa, 36 años, coordinadora de Médicos del Mundo en Sierra Leona, uno de los países del mundo con mayor tasa de mortalidad materna e infantil. La mortalidad materna es responsable del 36% de las muertes de las mujeres entre los 15 y los 49 años.

Vivo en Kabala, que es la capital del distrito, uno de los menos desarrollados del país. Aquí trabajamos sobre las cuestiones de salud sexual y reproductiva, y sobre todo nos empeñamos en reducir esas muertes de madres y niños/as. Este y otros temas como el matrimonio precoz o forzado, el embarazo en la adolescencia, la mutilación genital femenina, la violencia de género, la investigación... forman parte de nuestro día a día, porque todos estos problemas se dan en abundancia en este país, particularmente en zonas menos desarrolladas como es el caso de Neini Chiefdom, donde la mayor parte de nuestro trabajo se desarrolla con las comunidades rurales. Trabajamos aún con supervivientes del ébola y tratamos de fortalecer el sistema de salud para que pueda tratar mejor a estos pacientes y todas las secuelas del virus que cargan.

Mi papel como coordinadora consiste en activar todos los mecanismos que nos ayudan a llevar a cabo nuestros proyectos con calidad, a mantener nuestra base y nuestro diálogo institucional activos en el distrito y en el país, a asegurarme que en toda esta gestión nuestros estándares de calidad y de seguridad se cumplen y que hacemos una gestión presupuestaria tan buena como sea posible. Dar lo mejor para tener un equipo feliz y motivado a mi lado (¡y esto es un constante desafío!) Y para que conjuntamente representemos a Médicos del Mundo con dignidad. Las personas de la sede central están en todo esto también. “Seguimos juntos”, como a uno de mis compañeros, Ángelo, le gusta decir y a mí me gusta escuchar.

Podría parecer que este trabajo tiene poco del toque exótico de algunas intervenciones de emergencia. Pero es un trabajo muy bonito, sí. Es hermoso cuando lo miras como parte de un todo, un todo que crees que mueve un pedazo de mundo para mejorarlo. Es bonito y vale la pena, pero bonito no es sinónimo de fácil.

Mammy na power

Sierra Leona es el quinto país del África subsahariana en el que trabajo. Comparando con los países anteriores, debo confesar que considero bastante desafiante trabajar aquí. La corrupción es, por ejemplo, uno de los mayores desafíos. Como única expatriada de Médicos del Mundo, “näo tenho mäos a medir”, expresión portuguesa, país de donde procedo, que significa que tengo siempre mucho que hacer, mucho trabajo. Tenemos casa y oficina en el mismo espacio y paso mucho tiempo moviéndome exclusivamente entre uno y otro. Los días son largos e intensos. Tu ayuda, tu decisión, tu atención se requiere de forma constante. Y te sientes la mujer de los siete tambores, tocando varios al mismo tiempo, todo el tiempo, para que la música se haga sentir y podamos notar avances en nuestro trabajo. El equipo es trabajador, pero se enfrenta a responsabilidades cada vez mayores. Lo hacemos lo mejor que podemos, avanzamos, retrocedemos, nos desanimamos y animamos de nuevo. Los distintos tambores siguen tocando. En un equipo mayoritario masculino, me llaman "mammy na power", a veces también "the iron lady" y estoy obligada a recordarles todos los días que soy sólo una "mujer normal" intentando hacer lo mejor que podemos y sabemos para mejorar el derecho a la salud en nuestro distrito.

Teniendo en cuenta que parte muy sustancial del trabajo que hacemos se refiere a un proceso educativo sobre las cuestiones de salud sexual y reproductiva, no es fácil ver resultados inmediatos, porque los procesos son así y tardan su tiempo. Uno de los momentos más bonitos que ocurrió este año fue la construcción de una sala de partos en el centro de salud de Alikalia, en Neini. Este centro atiende a cerca de 15.000 habitantes y tiene, de media, 21 partos al mes. Las condiciones son más que deplorables. Nos hubiera gustado rehabilitar todo el centro, pero el presupuesto no lo permitió.

Construir esta sala de partos, con el milagro del agua y de la energía las 24 horas del día, fue lo mejor que conseguimos. El 16 de octubre de 2017, en el acto de entrega oficial, la comunidad de Alikalia nos hizo ver que lo que hicimos de la mano (nuestro equipo y la comunidad) fue grande y con un impacto positivo en sus vidas. Y digo vidas, literalmente. Porque es del derecho a la vida del que se trata. Creo que todo el equipo se regocijó, se enorgulleció, se sentía gratificado y le apeteció continuar. El 23 de octubre de 2017 nació Sandra Fernandes Kamara, la primera bebé del nuevo paritorio. Estaba sana, sin complicaciones. Y eso es hermoso.

Sandra, primer bebé nacido en la sala de partos.
Sandra, primer bebé nacido en la sala de partos.

"Tomara, yah?" ("Mañana, ¿sí?") es nuestra despedida diaria.

Al día siguiente todo se reanuda.

Desde mi ventana vemos esperanza.