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El mundo no debe permitir que se prolongue el apartheid de las vacunas

Fotografía: Czuko Williams / Médicos del Mundo

El mundo no debe permitir que se prolongue el apartheid de las vacunas

Después de más de dos años de una pandemia que ha matado a 15 millones de personas, las barreras de propiedad intelectual de la OMC mantiene, siguen siendo un obstáculo mortal que limita el acceso mundial a las vacunas, las pruebas y los tratamientos contra el COVID-19.

Unos pocos países ricos que promueven los intereses de las corporaciones farmacéuticas han logrado bloquear  parcialmente el uso del mecanismo de exención de la OMC para suspender temporalmente dichas barreras, a pesar de que más de 100 países miembros de la OMC apoyan una exención. Aunque el texto aprobado en el marco de la XII Conferencia Ministerial de la OMC es mejor que el que se filtró en mayo, este sigue siendo insuficiente ya que el acuerdo establece la excepción a las restricciones a la exportación de forma temporal. Esto solo se aplicará a las vacunas contra la COVID-19 y limita qué países pueden importar y exportar. 

 

Las organizaciones de la sociedad civil -entre las que se encuentra Médicos del Mundo, están decepcionadas por dicho acuerdo ya que las limitaciones que impone hacen muy difícil la fabricación de vacunas lo que supone una barrera más para alcanzar la equidad. 

  • La duración de la excepción a las restricciones caduca a los cinco años, lo que limita mucho su utilidad. Introducir una nueva vacuna COVID-19 en el mercado podría llevar, como mínimo, entre 2 y 3 años. Esto daría al país que la fabrique apenas 2 años de ventas bajo la excepción. En esas condiciones, es difícil imaginar que alguno esté interesado en la fabricación de nuevas vacunas. 

  • Elegibilidad de los importadores y exportadores. Limita el número de países que pueden importar y exportar vacunas producidas bajo esta exención. Además, recomienda que los países que pueden producir estas vacunas firmen un acuerdo por el que aceptan voluntariamente no producirlas. 

  • Excepción limitada a las vacunas COVID-19. El acuerdo deja fuera a todos los productos terapéuticos clave para avanzar en una respuesta integral y equitativa para ganar la lucha contra la COVID-19. Aunque deja la puerta abierta para debatir sobre ello dentro de seis meses. 

 

Una decisión supeditada a los intereses de las farmacéuticas 

 

Los procesos de la OMC, notoriamente excluyentes y opresivos, se han desplegado en su lugar para forzar la aprobación de un texto que no mejorará el acceso mundial a los medicamentos COVID-19 porque no elimina los obstáculos de la propiedad intelectual para la producción de vacunas. Esta indignante situación pone de manifiesto que los gobiernos deben tomar medidas inmediatas para evitar que la OMC dé prioridad a los monopolios farmacéuticos sobre las vidas humanas. 

Al actuar en nombre de los intereses farmacéuticos y bloquear la eliminación por parte de la OMC de las barreras de propiedad intelectual (PI) para el acceso a las vacunas, las pruebas y los tratamientos a nivel mundial, la Unión Europea, Suiza y el Reino Unido han traicionado a los miles de millones de personas de todo el mundo que todavía necesitan acceder a vacunas, medicamentos y diagnósticos que salvan vidas. Al limitar la exención de vacunas para la que anunció su apoyo y bloquear la inclusión de tratamientos y pruebas, Estados Unidos también ha dado la espalda a un planeta desesperado por que la pandemia de la COVID-19 termine. 

El hecho de no haber renunciado temporalmente al Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de la OMC, tal y como exigían la gran mayoría de los países del mundo y los expertos en salud pública y los trabajadores sanitarios, los fabricantes de medicamentos genéricos, los defensores de los derechos humanos, los líderes religiosos, los sindicatos, los grupos comunitarios, decenas de premios Nobel y antiguos jefes de Estado, e incluso el Papa, pone de manifiesto lo rota y peligrosamente desubicada que sigue estando la OMC.  

Las necesidades sanitarias no pueden estar supeditadas a los beneficios del monopolio farmacéutico. En respuesta al actual fracaso en la adopción de una exención temporal de los monopolios farmacéuticos de propiedad intelectual sobre las contramedidas médicas COVID, las organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo están pidiendo a los gobiernos que: 

  1. Comprometerse a no utilizar los mecanismos de disputa de la OMC y otros acuerdos de comercio e inversión u otros medios en un intento de detener o disuadir a los países de producir, distribuir o utilizar tecnologías médicas o de compartir información sobre cómo hacerlo independientemente de las normas de PI de la OMC y de los acuerdos de libre comercio; 

  1. Adoptar todas las medidas necesarias para salvar vidas y poner fin a la pandemia, incluso utilizando plenamente las flexibilidades existentes, aunque limitadas, de la OMC; 

  1. Eludir las normas de monopolio farmacéutico de la OMC siempre que sea posible y desafiar directamente esas normas cuando sea necesario 

    Este llamamiento conjunto se produce cuando la OMC concluye su reunión de toma de decisiones más importante desde el inicio de la COVID-19 -la 12ª Conferencia Ministerial de la OMC- sin acordar la eliminación temporal de las normas de propiedad intelectual de la OMC que restringen la producción y el suministro de vacunas, diagnósticos y terapias COVID 

    Durante más de 18 meses, la obstinación y la intimidación de unos pocos Estados miembros de la OMC, muy poderosos desde el punto de vista económico, han hecho caso omiso de los deseos de más de 100 países de renunciar a los obstáculos de los ADPIC de la OMC para el acceso mundial a las herramientas médicas de COVID-19. El texto de exención de los ADPIC propuesto en octubre de 2020 por Sudáfrica e India contó con el copatrocinio de 65 países miembros de la OMC, pero escandalosamente nunca se permitió negociar este texto. En el marco de los procesos inaceptables de la OMC, se impulsó un texto redactado por la Secretaría de la OMC y apoyado únicamente por el principal bloqueador de la exención, la Unión Europea, [para que pasara por la Conferencia Ministerial] [lo que dio lugar a la previsible imposibilidad de llegar a un acuerdo sobre la eliminación total de las barreras a la propiedad intelectual en la OMC]. La historia registrará con dureza la contribución de la OMC al apartheid de las vacunas, los tratamientos y las pruebas de COVID.  

    La amenaza de la OMC al acceso mundial a los medicamentos no comenzó con la COVID-19. Durante décadas, la OMC se ha negado firmemente a poner las prioridades globales compartidas, como salvar vidas y acabar con las pandemias, por delante de los estrechos intereses de lucro y búsqueda de poder de los monopolios farmacéuticos. Esto quedó claro a principios de siglo, durante el punto álgido de la crisis del VIH/SIDA, y ha quedado aún más claro con la desmesurada inacción de la OMC durante la crisis del COVID. 

    Las normas draconianas de la OMC en materia de propiedad intelectual ya han contribuido a prolongar la actual pandemia y, si los países no consiguen eliminar estas normas, seguirán contribuyendo a un daño masivo para la salud pública, la economía y la sociedad durante futuras pandemias también. Y las pandemias no son el único motivo de preocupación. Miles de millones de personas carecen de acceso a medicamentos que salvan vidas y que previenen, tratan y curan enfermedades, porque los regímenes de propiedad intelectual distorsionan las prioridades de investigación, crean escasez al restringir artificialmente los suministros, y permiten precios excesivos y una distribución desigual que afecta a los pobres y a las personas que viven en países con menores ingresos. Los países que no aceptan estas normas se ven sometidos a amenazas y repercusiones comerciales, socavando sus propios procesos y normas soberanas. Esto no puede continuar. 

    El mundo no debe permitir que el mortífero apartheid de las vacunas que caracterizó la fabricación y distribución de la primera generación se recree cuando se trata de diagnósticos, tratamientos y vacunas de segunda generación COVID. Dado que el proceso de la OMC no ha conseguido suspender totalmente las normas de propiedad intelectual de la OMC para evitar esta injusticia continua y desastrosa, los gobiernos que también son Estados miembros de la OMC deben actuar ahora de buena fe al margen de las restricciones de la OMC.