Jugar para curar

En Gaza, la población infantil es especialmente vulnerable a sufrir trastornos de salud mental. Tras más de diez años de bloqueo y medio siglo de ocupación, la ausencia de libertad, la pobreza, la falta de agua potable, muchas horas sin electricidad al día y los numerosos estallidos bélicos que se producen periódicamente en la zona dejan, inevitablemente, una huella indeleble en la mente de cualquier persona, pero sobre todo, en la de los más jóvenes. 

En una noticia reciente contábamos la durísima historia de la joven Iman, que perdió a su madre y dos hermanos en un bombardeo. Fobia, falta de concentración, agresividad, estrés postraumático, incapacidad para controlar esfínteres, dificultades de aprendizaje, insomnio, aislamiento, autismo, problemas de habla y autolesiones eran algunos de los problemas que el doctor Yousef Awadallah nos describía como muy comunes entre la población infantil y joven sometida a este calvario. 

Para hacer frente a esta situación, se ha habilitado una sala del Centro de Salud Mental Comunitario de Rafah, dotada de  técnicas lúdicas especializadas que permiten evaluar e intervenir en la salud mental de estas personas. Ahora, el centro cuenta con un espacio adecuado donde los y las menores pueden encontrar la oportunidad de expresarse y establecer relaciones de confianza con los equipos profesionales en salud mental que faciliten los procesos de recuperación. El equipamiento de esta sala de terapia se ha realizado en paralelo a la formación especializada de los profesionales de los centros comunitarios de salud mental de Rafah y Khan Yunis en la utilización de espacios terapéuticos a través del juego.

Otro de los objetivos de esta sala de terapia, además de facilitar el acceso de la población infantil a los servicios públicos de salud mental, es combatir su estigmatización entre la población. Se trata de una actividad enmarcada dentro de un proyecto para reducir el impacto psicosocial en la población infantil , que desde el año 2016, hemos venido desarrollando junto con el Ministerio de Salud de Gaza y que ha contado con la financiación del Ayuntamiento de Barcelona y la Diputación de Sevilla.