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La exclusión social puede ser un paréntesis

Una de las imágenes de la exposición ‘Ciudad de tod@s, ¿hogar de algun@s?’, de Sara Janini.

La exclusión social puede ser un paréntesis

Tere García trabaja como agente de salud en el Centro de Reducción de Daños de Médicos del Mundo en Vigo ayudando a otras personas a salir de un círculo tan complejo como el que provoca la falta de un hogar, en el que ella misma estuvo inmersa.

Su experiencia demuestra que la exclusión puede ser sólo un paréntesis y que es posible recuperar una vida plena.

Muchas de las personas en riesgo de exclusión con las que trabajamos tuvieron casa, familia y empleo. Sin embargo, en algún momento de sus vidas sucumbieron ante problemas que se nos pueden presentar a todos. Poco a poco, los lazos que las unían a una vida normalizada se fueron cortando hasta convertirse en personas excluidas.

Comprender es el primer paso para la inclusión

Hay muchas formas de ver la pobreza, la falta de acceso a recursos básicos, pero sólo una de mirarla: participando. En Médicos del Mundo entendemos que participar empieza por conocer y que comprender es el primer paso para la inclusión.

Tere, Nico, Laura, Eduardo, María del Mar, Guillermo, Joao y Julián nos ayudan a comprender esta realidad elevando sus voces, hablando de sus deseos y dificultades, de soledad, de prejuicios, de indiferencia, de preocupación, de miedo, de impotencia, de humillación, de inseguridad… y de frío, de cansancio,… pero también de experiencia, de ilusión y de ganas de salir adelante, como ha hecho Tere.

Las consecuencias de vivir en la calle

El hecho de vivir en la calle tiene consecuencias en todos los ámbitos de la vida: desequilibra la estabilidad psicológica –debido a la falta de arraigo- y provoca angustia ante la permanente incertidumbre de no saber dónde dormir, comer,… Además, aparecen enfermedades derivadas del frío, la humedad, la falta de higiene, etc., que pueden complicar el cuadro clínico de patologías ya existentes.

Las personas que se encuentran en estas situaciones deben soportar una elevada estigmatización social, que todavía hace más difícil su acceso a los recursos normalizados de salud y su incorporación al mercado laboral o a cualquiera de los ámbitos básicos del individuo.

Estos colectivos padecen la vulnerabilidad con soledad, dolor, violencia y estigma, pero también, en muchos casos, con ganas de salir adelante.

Nuestro trabajo con las personas sin hogar

Las personas sin hogar con las que trabajamos carecen de residencia o domicilio estable y se encuentran en una situación socio-familiar vulnerable, sin ingresos, ni trabajo. Entre las experiencias dirigidas a este colectivo que impulsamos está el Centro de Reducción de Daños de Vigo o del Centro de Baja Exigencia en Valencia.

En ambos se imparten talleres para la salud, de reducción de daños, de habilidades sociales y alcoholismo y cuentan con servicios para cubrir necesidades básicas de higiene, aseo personal y alimentación.

Las personas que acuden a estos recursos los definen como “un alivio”, “un lugar que te ofrece tranquilidad”, “es ducha y atención médica”, “una gasolinera donde repostar y tomar fuerzas”, “un centro para poner equilibrio, ordenar y aliviar la pena”…

Durante el año pasado, en Médicos del Mundo atendimos a más de 800 personas sin hogar. El perfil más habitual: hombre, nacido en España, y con una edad de entre 35-44 años. En los últimos años, ha aumentado la proporción de personas inmigrantes entre el colectivo. En España, el número de personas sin hogar, según la fuente que se consulte, puede oscilar entre 20.000 y 30.000 personas.

Si quieres conocer más acerca de nuestro trabajo en inclusión social y colaborar con nosotros, puedes hacerlo en“Sin hogar: voces y retos para la inclusión social”, donde también presentamos la exposición "Ciudad de tod@s, ¿hogar de algun@?"