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La historia privada

La historia privada

Recuerda a su bisabuelo Hermenegildo, nacido en Madrid. Los recibos del agua de su casa de Ruzafa van a su nombre: Hermenegildo Martínez. Observa el arbol genealógico: diez hermanos y una niña que murió a los pocos meses, se llamó María Antonia. Le pregunta por ella a su madre, a quien le viene a la memoria la historia de su abuela María, esposa de Hermenegildo, madre de la abuela Luisa, de su padrino Carlos y su tío Vicente. Y relata:

La madre de mi abuela María se casó tres veces, andaluza, Rosario: la prima de mi madre, Luisa, era hija de uno de los hijos del anterior matrimonio de mi bisabuela, que tuvo a mi abuela María y a Vicente del último marido, que era maestro. La abuela María a los 19 empezó a salir con un muchacho, abogado, al que el padre le tomó manía porque decía que no iba con buenas intenciones. Se le nubló la cabeza un día, y un día fue a por él, le metió un tiro y se lo cargó. Fíjate, su padre en la cárcel porque había matado al novio. A principios de siglo, las chicas se casaban bastante jóvenes, y mi abuela María, que ya tenía veintitantos, conoció al militar, Hermenegildo, madrileño, y la pobre mujer, de Ontinyent, se casó y ya jamás pudo hablar valenciano en casa. Los cuatro hijos que tuvo, y mi propia madre, nacida en la calle de la Harina, nunca aprendieron valenciano. Luego, Azaña jubiló a todos los militares, y al estallar la guerra, se va a la guerra para dar de comer a sus hijos y va y se lo cargan en la guerra. Va mi abuela a cobrar la paga, y le dicen que por roja, nada. Así que cogió la máquina de coser y se ganó la vida cosiendo pantalones en casa. Mi madre, a los 18 años, se puso a trabajar en la “auditoría de guerra”: escribía a máquina todas las órdenes de fusilamiento de los soldados. Para ayudar en casa y a sus hermanos… Me contaba que ella escribía como una autómata, porque si se paraba a leer… Después de la guerra, la gente lo pasó muy mal. Eran historias de novela. Pero esto es verídico total. Su hermana Antoñita, que era muy milindris, tiraba el pan por los rincones, le hicieron unas radiografías y tenía los pulmones totalmente agujereados. El médico iba a visitarla, pero ella murió y al cabo de los días, el médico fue a cobrarle las visitas a mi abuela. Ella le dijo: Con esto se hace usted papel de fumar. Pero a la abuela María, con 49 años, le dio una hemiplejía y quedó paralizada. “Con lo que ha padecido esta mujer, no me extraña que le diera lo que le dio”. Pero la recuerdo con mucho cariño, a mí me llamaba “Marisita, Marisita”. Tiraba los almohadones al suelo para que se los recogiéramos hasta hartanos, entonces le decíamos: “a la mierda, a la mierda!”.

Nadia encuentra esta carta que dirige Carlos a sus tíos y primos, entre ellos a María, y les habla sobre el fallecimiento de la tía Guadalupe, una de sus hermanas:

Madrid, 7 de enero de 1969

Queridos tíos y primos:

Siento mucho el participaros que mamá murió el día 23 de noviembre. No os lo comuniqué en su momento por lo inesperado que fue, pues no os hubiera dado tiempo a venir ninguno, ni hubiésemos conseguido nada práctico, de haber podido ser, por todo ello, más las muchas cosas que tuve que solucionar por esta causa y muy en particular por no apenaros en estas pasadas fiestas, ha sido el motivo de que no lo hiciera hasta ahora.

Aunque la muerte de mamá fue inesperada, el proceso que la llevó a ella, data de más de un año, pues padecía de un prolaxe visceral, por lo que a pesar de encontrarme en Viet-nam, por las molestias que la causaban, decidió operarse, por lo que ingresó en el Hospital Militar, en donde no la operaron por causa de las inyecciones, que ya sabéis tenía que ponerse… por ello y con el fin de operarse, estuvo ingresada en el Sanatorio del Dr. Esquerdo, en Carabanchel Bajo. Por cierto que en este sanatorio conoció mamá, según me dijo a una señora pariente nuestra, no sé concretamente quién, que también estaba con él y que está casada con uno que es de Marina, tal vez sepáis quien es.

Durante mi estancia en Vietnam, estuvo encargada de todo Emilia, mi mujer. A mi regreso, salió del Sanatorio Dr. Esquerdo e ingresó en el Hospital Militar… La enterramos en un nicho, en el Cementerio Parroquial de Carabanchel Alto, en donde también está tío Gerardo y tío Pío. Aunque, no hubo ni cartas de luto, ni hice recordatorios y yo tan solo me puse corbata negra y botón de solapa, en el entierro no escatimamos ningún gasto y se celebraron Misas durante más de 8 días, y esto es todo desgraciadamente.

Y ahora una reseña mía y de mi familia. tengo ya 48 años, Emilia es más joven, tenemos tres hijos: María del Socorro, 16 años, Emilita, 15 años y Carlos Mª, 9 años, todos estudian Bachiller y son buenos estudiantes. Ya sabéis que soy Practicante de Sanidad Militar, por esta circunstancia estuve voluntario en una Misión Sanitaria Española qu tenemos en Viet-Nam del sur, en donde estuve más de un año y a donde probablemente regrese en el próximo mes de marzo, mi destino normal es en Madrid.

Y ahora sólo desearos Feliz Año Nuevo, mis saludos a vuestras respectivas esposas y esposos a quienes no tengo el gusto de conocer, besos a los niños que podáis tener y un abrazo para todos de vuestro sobrino y primo.

Carlos

P/d. – El borrador fue hecho en la fecha que figura en el encabezamiento de la carta, pero hasta que conseguí encontrar vuestras direcciones, no pude mandarlas. El próximo día 11, conforme os decía salgo para un Hospital del Viet-Nam.

Madrid, 9 de marzo 1969

Nadia sigue leyendo mientras encuentra su espacio en la ciudad de Madrid, donde vivir un feliz 2012.

Mamá rectifica: “Ay nena, te lo he contado al revés, fue el novio quién mató al padre, y por eso mi bisabuela se quedó viuda por tercera vez”