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Primer aniversario del terremoto de Japón: La triple crisis humanitaria

Personal de Médicos del Mundo atiende a las personas afectadas en la catástrofe.

Primer aniversario del terremoto de Japón: La triple crisis humanitaria

Un año del Tsunami

Nao Kuroyanagi y Prune Helfter (directores generales de Médicos del Mundo Japón).- El viernes 11 de marzo de 2011, 14.46 hora local, Japón fue golpeado por un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter. Aunque el país es sacudido frecuentemente por seísmos, esta vez, la magnitud del mismo lo situó como uno de los peores desastres naturales de la historia.

Menos de media hora después, olas que alcanzaban más de 30 metros de altura en algunos lugares arrasaron un tramo de 670 kilómetros de costa en el noreste del país. El daño fue masivo: 20.000 víctimas mortales, 6.000 heridos y la destrucción parcial o total de 125.000 edificios.

El terremoto y el tsunami combinados formaron un cóctel explosivo que desencadenó el tercer elemento de la catástrofe: una explosión en tres de los reactores en el complejo de energía nuclear de Fukushima Dai-ichi o Fukushima I. Todos aquellos que vivían en un radio de 20 kilómetros de la central nuclear fueron evacuados de sus hogares.

En estas circunstancias sin precedentes, desde Médicos del Mundo nos enfrentamos a una serie de desafíos; algunos debidos a la naturaleza heterogénea de esta triple crisis, otros al hecho de que se había producido en un país donde la organización contaba con personal que se había visto directamente afectado y era una víctima en sí, y otros producto de la propia situación de Médicos del Mundo en Japón, donde acabábamos de empezar a intervenir.

Médicos del Mundo de Japón surgió tras un año de operación dirigida por un equipo de la delegación francesa de la ONG que había llegado al país en respuesta al terremoto de magnitud 6,8 que asoló a Kobe en 1995 causando la muerte de 6.400 personas.

Nuestra asociación se había ganado una reputación en el campo de la cirugía reconstructiva con la experiencia adquirida en la llamada "Operación Sonrisa" llevada a cabo en Asia (Camboya y Bangladesh) y África (Ruanda, Etiopía y Madagascar).

Desde 2006, una docena de cirujanos y enfermeras japonesas viajaba varias veces al año para intervenir a niños y niñas con malformaciones. Inicialmente, había participado por invitación de los equipos franceses, pero ahora ya llevaban a cabo las misiones por su propia iniciativa. En 2010 se puso en marcha el primer programa nacional con ‘Tokyo Project’, destinado a mejorar la salud y la calidad de vida de las personas que viven en las calles de la capital, especialmente aquellos que padecen trastornos psiquiátricos.

El territorio de Japón supone el 0,25% de la superficie del mundo, pero ha sufrido el 20,8% de los terremotos de magnitud 6 o mayor. Por eso, en 2009, en Médicos del Mundo decidimos desarrollar un plan de contingencia para desastres naturales. Un detallado estudio concluyó que, dados los recursos limitados Médicos del Mundo Japón y de los considerables medios disponibles a nivel nacional, las operaciones de nuestra ONG deberían centrarse en los beneficiarios del programa de Tokio y en los distritos de Minato y Toshima, en las inmediaciones de las oficinas de Médicos del Mundo en la capital.

Cuando el terremoto golpeó dos años más tarde, este trabajo de preparación dio sus frutos y Médicos del Mundo Japón fue capaz de crear un proyecto de emergencia adaptado a las necesidades de las regiones afectadas, a las capacidades de la organización y a las respuestas ya en marcha.

El impacto en el equipo de Médicos del Mundo

El 11 de marzo, cuando la tierra comenzó a temblar más de lo habitual (el movimiento que se sintió en Tokio fue de magnitud 5), el equipo de Médicos del Mundo Japón evacuó sus oficinas y se reunió con otras personas del barrio en un pequeño parque sobre la calle. Al temblor inicial a las 14.46 le siguieron otros mayores a las 15.06, 15.15 y a las 15.26.

La primera reacción de los miembros del equipo fue tratar de llamar a sus familiares y amigos. Pero muchas de las líneas de teléfono se habían caído, sólo la red 3G funcionaba, lo que permitía acceder al correo electrónico y el teléfono a través de Internet. Los temblores continuaron mientras la noche caía.

Al día siguiente, el equipo comenzó a planificar las acciones a realizar. Las fuertes y sucesivas réplicas junto a las dramáticas imágenes de televisión del tsunami incrementaban la tensión en Tokio. Algunas de las personas empleadas y voluntarias de Médicos del Mundo habían perdido sus viviendas y otros compañeros tenían familia en las zonas más afectadas del país.

La tensión alcanzó su punto álgido el 13 de marzo cuando se hizo público que el reactor número 1 de la central nuclear de Fukushima había sido dañado. Llegado este punto el presidente de Médicos del Mundo Japón decidió, por motivos de seguridad, cerrar temporalmente la oficina y se aconsejó al equipo permanecer en el interior de sus hogares. Empresas y embajadas extranjeras adoptaron medidas similares, pero la reacción de las autoridades, las empresas y los medios de comunicación japoneses fue más moderada.

De víctimas a actores

A pesar de las dificultades, de que la oficina estaba cerrada y que parte del personal en Tokio permanecía en Tokio con instrucciones de no salir de casa y de que parte se habían desplazado al sur del país o fuera de él, Médicos del Mundo Japón decidió poner en marcha un programa de emergencia.

De las tres prefecturas más afectadas por el tsunami: Fukushima, Miyaga e Iwate, fue seleccionada esta última para la intervención debido a la zona de exclusión de 88 kilómetros dictaminada alrededor de la central nuclear. Tras ponerse en contacto con organizaciones de la zona, desde Médicos del Mundo decidimos trabajar con la prefectura de Iwate y el Centro Médico y Psicosocial. El primer equipo de Médicos del Mundo llegó a la ciudad de Otsuchi, en el sur de la provincia de Iwate el 3 de abril.

El equipo recibió propuestas espontáneas de ayuda de todos sitios. Algunos de estos voluntarios ya habían tenido relación con Médicos del Mundo; para otros, ésta sería su primera experiencia de trabajo voluntario. Las ofertas de colaboración procedieron tanto de japoneses como de extranjeros residentes dentro y fuera de Japón.

Otsuchi está ubicada en un estrecho valle y fue una de las ciudades más afectadas. El 90% de sus edificios habían sido destruidos por el agua y los incendios; 1.400 personas, de una población de 16.000, habían fallecido o estaban desaparecidas. Hasta 5.500 personas que habían perdido sus hogares vivían en 44 refugios de colectivos; sólo uno de ellos alojaba a más de 1.000 personas. El ayuntamiento había sido completamente destruido y el alcalde y muchos miembros de su equipo habían muerto en el desastre dejando un vacío administrativo que duró varios meses.

A principios de abril, Médicos del Mundo Japón puso en marcha un proyecto en Otsuchi diseñado para atender las necesidades de salud mental de las víctimas y aliviar el sufrimiento psicológico causado por el desastre. Asimismo, el programa trataba de garantizar la continuidad de la atención a personas con patologías mentales que no podían acceder a tratamiento debido a la destrucción del hospital, las carreteras y el transporte.

También se facilitaría atención a cuidadores y voluntarios que participaban en las actividades de socorro para ayudarles a hacer frente a la fatiga emocional. Por último, el proyecto pretendía facilitar recomendaciones, aplicables en el medio plazo, para la reconstrucción del sistema psicomédico de la región.

Uno de puntos fuertes del equipo de Médicos del Mundo era la continuidad de los equipos en el terreno. Ésta resultaba fundamental para el equilibrio psicológico de los pacientes. Mientras que los miembros de otros equipos eran reemplazados semanalmente, los equipos de apoyo psicológico de Médicos del Mundo se beneficiaron de la presencia ininterrumpida de la psiquiatra del 'Proyecto Tokio' y de uno de los cirujanos de 'Operación Sonrisa' durante tres meses. Además, varias enfermeras, psiquiatras, terapeutas y especialistas en acupuntura participaron durante días o semanas mostrando un gran compromiso en condiciones extremas.

El alcance de la devastación hizo imposible encontrar una casa para alquilar en la zona. Fueron escasos los edificios que quedaron en pie y los que resistieron fueron, como era lógico, utilizados por los refugiados. Los voluntarios de la ONG compartieron una habitación en un hostal en la ciudad de Tono a una hora de distancia de los albergues. Los medicamentos fueron adquiridos en una farmacia de hospital de Tokio donde trabajaba uno de los médicos voluntarios de Médicos del Mundo.

A finales de junio, una evaluación arrojó los siguientes datos: 679 consultas médicas y 797 sesiones de relajación en tres meses. Pero estadísticas aparte, los equipos de Médicos del Mundo eran muy apreciados por su enfoque humano, desprovisto de cualquier retórica victimista y centrado en la búsqueda de la mejor respuesta posible a las necesidades expresadas por personas atendidas aunque a veces eso significara utilizar prácticas médicas menos tradicionales.

Los resultados positivos de la terapia causaron optimismo no sólo a las personas tratadas sino también a los propios trabajadores de Médicos del Mundo.

Justo después del terremoto, un montón de gente sentía dolores en rodillas y parte baja del abdomen, rigidez en sus hombros y cuello y tenían presión arterial baja a causa del trauma -explica una terapeuta voluntaria-. Ahora escuchamos con frecuencia que el dolor ha desaparecido y sus rostros muestran tal vitalidad que es difícil creer que se trata de las mismas personas que conocimos hace unos meses".

Los testimonios aportan datos adicionales del impacto de la intervención realidad por los equipos en el terreno. Es el caso de T., por ejemplo, que se encontraba en un refugio colectivo con toda su familia después de haber perdido su casa y su negocio. Después de una serie de consultas con uno de los psiquiatras de Médicos del Mundo contó que ya no albergaba ideas de suicidio y había encontrado una nueva esperanza.

Un año después del tsunami, con unos efectos a largo plazo de la radiación sobre la salud humana que son difíciles de evaluar, todavía hay muchas necesidades inmediatas que se deben cumplir. La continuación de la intervención por Médicos del Mundo parece más importante que nunca.

Mucha gente sufre insomnio, depresión, recuerdos recurrentes y un sentimiento de culpa hacia los familiares perdidos -explica una enfermera voluntaria-, mientras otros todavía buscan desesperadamente los restos de sus seres queridos y están siendo devorados por la frustración".

Sin embargo, desde que los refugios colectivos se cerraron a mediados de agosto, después de la construcción de casas prefabricadas, el acceso a la población se ha vuelto más difícil. En esta segunda fase de post-emergencia el objetivo es el mismo: ayudar a los habitantes de Otsuchi, individual y colectivamente, para recuperarse de este trauma tanto físico como mental y comenzar a construir el futuro.