Dona

Radio para la salud a orillas del Urubamba

Alumnado de la escuela de Kepashiato aplauden y sonríen frente a micrófonos en la primera fila.

Radio para la salud a orillas del Urubamba

Sergio Mañero.- Es muy temprano y en el carro vamos los cinco apretujados pero contentos. Dando botes, las ruedas devoran la línea de tierra del camino que, con humildad, discurre paralela al curso del impresionante río Urubamba. Miro a través de la ventana; abajo el agua se abre paso en un valle escarpado entre quebradas rebosantes de vida.

Tras unas horas de viaje llegamos a Ivochote. Se trata de una de las poblaciones a las que da cobertura la Microrred de Salud de Kiteni, una zona considerablemente grande a lo largo del río Urubamba, en Cusco, Perú. Si dejáramos que el río nos sedujera con su constante e hipnotizante fluir y siguiéramos más adelante, nos internaríamos en poco tiempo en el lecho verde y frondoso de la llanura amazónica. Este es el último punto antes de llegar al Pongo de Maenique, tierra mágica para la gente que ancestralmente habita este lugar, los Machiguengas.

Cruzamos las calles arenosas de este pueblo hasta llegar al instituto. Descargamos todo el material y saludamos a los chicos de la escuela, que rápidamente acondicionan una sala, y vamos rompiendo el hielo con ellos. Hemos venido a grabar un programa de radio.

Llevamos unos días recorriendo colegios en los que organizamos debates sobre temas como el embarazo adolescente, equidad de género y aspectos relacionados con la salud sexual y reproductiva. Son estos algunos de los problemas que afrontan los jóvenes de aquí y, aunque los móviles no funcionen en este punto del mapa, están muy bien informados; las opiniones comienzan a aflorar. La radio es el medio de comunicación omnipresente en el lugar y la mejor forma de sensibilizar. Hasta en las comunidades más alejadas se encuentra un transistor.

Radio novela y taller "Aquí no pasa nada" capítulo 1 by medicosdelmundoespana

Aguas bravas

Mucho tiempo ha pasado desde que esta tierra fuera horadada por la rueda del progreso. Antes de eso era el hogar de culturas unidas a su medio, pero hoy es muy diferente. La zona se encuentra en un momento de crecimiento rápido y desordenado cuyo factor catalizador fue el descubrimiento del Gas de Camisea. Hace pocos años, un consorcio internacional de empresas se repartió la explotación de este yacimiento que hace que esta provincia, la Convención, sea una de las más ricas del país; riqueza que contrasta con las desigualdades sociales que existen.

Se percibe una mezcla convulsa, un lugar en febril metamorfosis cuando se llega a Kiteni, la base de operaciones del equipo. 

Unas mujeres, con sus bebés envueltos en una tela a la espalda, venden chicha morada o algo para comer en la plaza. Cerca de ellas, unos niños acostumbrados a correr por la selva, a pescar en el río, a ver a sus padres trabajar la tierra, juegan a las canicas al lado de unos señores con el mono naranja de la empresa del Gas. Camiones con mercancías, campesinos en moto, combis, buses y pick ups no dejan de fluir por la calle principal, como lo hacen las aguas del río a escasos metros.

Los andamios y las casas en construcción surgen por doquier. Si levantas la vista un poco, las montañas verdes moldeadas que envuelven el pueblo te recuerdan que estás en mitad de la Naturaleza. Da la impresión de que este lugar está ahora creándose a sí mismo. Es un lugar de paso, creciendo, regado por todos los vehículos que pasan por él. La carretera hace que broten y crezcan las poblaciones en torno al río como éste lo hace con la apabullante vegetación.

En este remolino de aguas revueltas intentan convivir realidades muy distintas. Comunidades nativas marginadas que han
aprendido a luchar y a reivindicar su cultura junto a una mayoría de familias campesinas de las altitudes andinas que colonizaron estas tierras para plantar café y cacao. A esto hay que unir una nueva ola migratoria que llega al amparo de la
nueva industria gasífera provocando un choque no sólo por el dominio de la tierra y sus recursos sino también cultural al ser muy diferentes las condiciones de la vida.

El motor del cambio

A la sala de la Municipalidad de Kiteni comienzan a llegar los y las convocados a una reunión para crear un espacio de discusión sobre temas en salud. Me fijo especialmente en algunas personas que desde que llegaron esperan en silencio: mirada recia, piel cuarteada por el sol, sandalias y sombreros. Son gente humilde, gente de campo. Me dicen que son promotores de salud, un enlace entre las poblaciones de la zona y el personal de salud de los puestos de salud. Suelen venir desde muy lejos, caminando durante horas, sin remuneración alguna, tan sólo porque sienten un fuerte compromiso con su comunidad.

Aquí hay muchos problemas, como la inaceptable realidad de la mortalidad materna. Problemas culturales entre un personal de salud poco reconocido en su labor y que trabaja en precarias condiciones con gente que tiene otra concepción de la salud y de la vida, ejemplificado en la práctica del parto vertical por muchas mujeres de cultura andina y machiguenga.

Sin embargo, aunque en ocasiones sea difícil trabajar con las autoridades, aquí hay personal de salud, organizaciones de base, ONG locales, organizaciones institucionales, agrupaciones de jóvenes o ciudadanos en general que están consiguiendo cambios y con los que Médicos del Mundo trabaja en red.

Megantoni

Megantoni da nombre al parque nacional reconocido por su inmensa diversidad. Pero sobre todo, es la cuna de las comunidades originarias. Para los machiguengas y otras comunidades nativas, es un lugar mágico, que da sentido a sus vidas. Es el nombre que le dieron a esta parte de la selva. Riqueza, multiculturalidad y una compleja realidad de La Convención provocan muchos problemas entre instituciones, comunidades y empresas que generan tragedias e injusticia social. Sin embargo, este lugar rebosa vida en plena búsqueda de su nueva identidad.

De la misma manera que los y las Machiguengas le dieron sentido a Megantoni, y el río Urubamba une y da forma a este lugar, su población tiene por delante la construcción de un hogar justo de su lugar en la selva y el reconocimiento de sus identidades particulares.

Y hay gente que trabaja duro para que eso salga adelante. En el tiempo que he estado con el equipo de Médicos del Mundo hemos hecho infinidad de actividades. Algunas salen mejor que otras pero estoy contento porque, al final, las cosas van saliendo.