En 2003 nos pusimos en contacto con un grupo de artistas para hacer realidad la primera edición de esta exposición que pretende combinar cultura, arte y solidaridad. De la misma forma que la obra del artista, con la primera mirada, impresiona, emociona o conmueve; a nosotros nos conmueve el sufrimiento humano y pretendemos trasmitir ese sentimiento. ¿Por qué renunciar a exigir del arte su cuota de responsabilidad como instrumento al servicio del desarrollo social?

Desde aquella primera experiencia hemos organizado otras seis exposiciones con los mismos fines y gracias a la colaboración de un numeroso grupo de artistas que cedieron sus obras con el objetivo inmediato de recaudar fondos.

Sin embargo, si bien esto es muy importante y producirá un beneficio inmediato en las condiciones de salud de personas concretas, la idea que perseguimos pretende trascender la vertiente material de la ayuda al desarrollo.

De la misma forma que el arte no se reduce a una pintura, una escultura o una fotografía, la solidaridad no puede quedarse en la ayuda técnica y material que nunca traspasará los límites objetivos de un territorio, un colectivo reducido de población y un tiempo limitado de permanencia.

Nuestra experiencia en la cooperación nos ha demostrado que allí donde se contribuye a despertar emociones y valores de solidaridad social, los beneficios de la ayuda se multiplican y permanecen.

Fotografía de Nacho García-Cosío.