Dona

El derecho a huir - Artículo de Pierre Salignon, director general de MdM Francia

Hasta el 7 de marzo 1.200 malienses han llegado al campamento campamento de tránsito ubicado cerca de la frontera libia y tunecina.

El derecho a huir - Artículo de Pierre Salignon, director general de MdM Francia

Artículo de Pierre Salignon, director general de la sección francesa de Médicos del Mundo y en misión de evaluación en Libia, en el que describe la situación de los extranjeros en la frontera oriental del país.

El paso fronterizo hacia Egipto, vía de escape para los extranjeros que huyen de la violencia en Libia, está situado a cuatro kilómetros de la pequeña ciudad portuaria del Saloum, en el extremo oeste de la costa mediterránea de Egipto.

Más de 100.000 personas ya han cruzado la frontera por aquí huyendo de los combates y tratando de volver a sus países de origen. Los refugiados pasan desapercibidos por los medios de comunicación, más preocupados por los acontecimientos en la frontera libia con Túnez.

Proceden de más 30 países distintos. Se trata mayoritariamente de hombres, aunque las familias están empezando a llegar. Vivían y trabajaban en Libia. Algunos lo hacían como trabajadores especializados, pero la mayoría eran empleados como mano de obra barata, trabajaban duro y sin quejarse, y procedían de países de Asia y África subsahariana.

 

Cerca de 2.000 personas continúan llegando a Egipto cada día. A finales de febrero, el número llegó a 6.000 personas diarias.

 

El pasado 8 de marzo, más de 5.000 personas que se encontraban en la zona de espera entre las fronteras de Libia y Egipto se reunieron en una colina del desierto. La mayoría durmieron a cielo abierto, en el suelo. Combatían el frío, el viento y la lluvia con sus escasas pertenencias mantas y alfombras como todo refugio.

 

Las personas refugiadas reciben alimentación y atención médica de Naciones Unidas, las autoridades egipcias y las organizaciones no gubernamentales, pero todavía sigue habiendo cierto caos a causa de las continuas llegadas y partidas de personas refugiadas y las dificultades de comunicación debido a la cantidad de nacionalidades diferentes. Muchos supervivientes se encuentran en estado de shock, abrumados por los acontecimientos y con poca noción de cuál es su futuro "una vez que están de vuelta en casa".

 

Muchos han perdido todo, fueron despojados de todas sus pertenencias y documentos durante su huida a través de Libia, tanto en las zonas controladas por el régimen y en el este, en las llamadas zonas "liberadas".

 

Las historias contadas por los recién llegados son alarmantes, sobre las trasladadas por los trabajadores jóvenes africanos que se escondieron de la violencia. Hay quien habla de ataques sistemáticos en sus casas a cargo de hombres armados, ataques que les obligaron a huir después de robarles. "Nos acusaron de ser mercenarios del régimen", explicó un joven de Camerún, cuya pareja fue violada ante sus ojos. "No nos ven como seres humanos", nos decía otro.

 

Refugiados e inmigración irregular

 

En un contexto como el libio, las declaraciones de las autoridades de varios países europeos que vinculan las revoluciones árabes con una posible ola de inmigración clandestina hacia Europa son alarmantes e intolerables.

 

En primer lugar, simplemente no reflejan la realidad de la situación. Los que huyen de Libia son los extranjeros, los trabajadores con pocos medios que están tratando de escapar de la guerra y la violencia. Sólo buscan regresar a casa ahora que han perdido prácticamente todo.

 

En segundo lugar, estas declaraciones de nuestros gobernantes ignoran otra realidad mucho más dura. En las situaciones de conflicto, el derecho a huir existe y es reconocido por el derecho internacional. Las personas que huyen tienen derecho a buscar refugio más allá de las fronteras de un país consumido por la violencia. Este derecho es crucial ya que los ataques contra la población civil en muchas localidades de Libia están confirmados y no hay medios para hacer llegar ayuda a la población.

 

Apenas miles de libios han dejado su país y han sido acogidos por Egipto. Pero si la violencia continúa y la ayuda no puede ser canalizada hacia la gente, es probable que muchas más traten de buscar refugio en países vecinos. Si es así, debemos prestarles asistencia en calidad de refugiados, no deberían ser tratados como inmigrantes en situación irregular. La situación de las personas que huyen de Libia y que no pueden volver a unos países de origen devastados por la guerra (Somalia o Costa de Marfil, por ejemplo) también requiere de un examen. Están pidiendo el estatuto de refugiado y la protección de las Naciones Unidas.

 

Un último punto: las declaraciones de nuestros dirigentes europeos son un insulto a las revoluciones en el sur del Mediterráneo, a los vientos de libertad y cambio que soplan a través de Egipto, Túnez y Libia. Las declaraciones muestran la incomprensión, el desprecio hacia los jóvenes que han tomado su destino en la mano y se han movilizado para rechazar la opresión de los regímenes más corruptos. ¿Realmente piensan nuestros dirigentes que están buscando a abandonar sus países ahora, en estos momentos cuando están en el proceso de reescribir la historia? Una rápida visita a la Plaza Tahir y la respuesta es clara.