La malnutrición aguda infantil en Burkina Faso llena dos veces el Bernabéu

Desde hace 7 años trabajamos en Burkina Faso para que el hambre no gane el partido, pero este año perdemos por goleada. En este país africano hay 187.000 niños y niñas con desnutrición aguda severa. Son casi las personas que caben en el Camp Nou multiplicadas por 2, ya que este estadio cuenta con 99.354 localidades. Si nos trasladamos a Madrid, estos menores podrían completar el aforo del Santiago Bernabéu (con 81.044 asientos) 2,3 veces.

En este caso no está en juego la Liga ni la clasificación para la Champions. Lo que nos jugamos es mucho más valioso, aunque menos notorio. El alarmante aumento de casos de malnutrición aguda severa en menores registrado este año respecto a los anteriores es el contrario a batir. Pero para poder vencerlo, hay que atender a los niños y niñas burkineses que precisan tratamiento para las complicaciones asociadas a esta crisis alimentaria. Y necesitamos ayuda.

¿Qué ha pasado para que todo vaya a peor?

En el norte (región Sahel) y este del país se ha intensificado la violencia yihadista e intercomunitaria y cerca de medio millón de personas han tenido que abandonar sus hogares hacia zonas más seguras del país. Debido a la inseguridad 135 centros de salud han cerrado o reducido sus servicios, privando a más de 880.000 personas de acceso a atención sanitaria.

Paralelamente, el cambio climático, con el avance de la desertificación y el aumento de las plagas, está teniendo consecuencias nefastas sobre las cosechas.

Las complicaciones del hambre

Alrededor del 20 por ciento de los casos de desnutrición aguda severa presenta complicaciones que precisan hospitalización en una unidad o centro especializado. Las más comunes son el shock hipovolémico -pérdida de sangre o líquido que impide al corazón bombear sangre al resto del cuerpo- o el shock séptico -los órganos y tejidos del organismo no reciben un aporte suficiente de oxígeno y nutrientes-, la anemia palúdica, la deshidratación, la malaria y la neumonía.

El manejo de estas complicaciones en los centros se ve entorpecido por varias razones como la falta de medicamentos específicamente indicados en la calidad y cantidad necesarias.

Para los Centros de Recuperación y Educación Nutricional Integral que apoyamos, los equipos de Médicos del Mundo aportan un stock de medicamentos esenciales genéricos para cubrir los períodos de desabastecimiento. Sin embargo, hay complicaciones de la desnutrición aguda severa como el paludismo o las infecciones respiratorias, cutáneas y digestivas que precisan tratamientos inexistentes en el país de manera genérica.

Estos medicamentos indispensables son los que permiten a los niños y niñas en estado más grave tener la posibilidad de sobrevivir y recuperarse.

Empobrecido, no pobre

Burkina Faso es el 5º país más empobrecido del mundo. Una dolorosa paradoja porque cuenta con importantes yacimientos de manganeso, fosfatos, bauxita, cobre, níquel, plomo o zinc, entre otros, y es el 5º productor de oro de África. Exporta, además, algodón -denominado “oro blanco”- y su cultivo se está incentivando en detrimento del de cereales.

Pese a sus recursos naturales, la inseguridad alimentaria es un problema de salud pública desde hace años. El 12,8% de los niños y niñas burkineses menores de 5 años sufre desnutrición aguda y el 3,1%, desnutrición aguda severa. En la región Sahel, donde trabajamos desde 2012, la malnutrición es crónica. De los 20 millones de habitantes del país, casi la mitad vive con menos de 1,25$ al día.

Hoy es 17 de octubre, Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, y con permiso del fútbol, hemos querido hablar de soluciones reales y tangibles para salvar vidas humanas, las de 183.000 niños y niñas burkineses. La Cooperación Internacional al Desarrollo y la Acción Humanitaria, esencial en emergencias como la que afronta Burkina Faso, permiten avanzar hacia un futuro en clave de decencia y dignidad en el que el trabajo de ONG como la nuestra ya no sea necesario.

Médicos del Mundo interviene en el norte de Burkina Faso (regiones Sahel y Centro Norte) con el apoyo financiero de ECHO, la ayuda humanitaria y protección civil de la Unión Europea, en consorcio con la Cruz Roja belga, luxemburguesa y burkinesa.