España enferma a las personas migrantes que llegan a la frontera sur
© Ignacio Marín / Médicos del Mundo
Denunciamos las múltiples enfermedades ocasionadas por la nefasta acogida a las personas migrantes en nuestro país.
La salud mental de estas personas está tan deteriorada que sufren crisis de ansiedad, autolesiones y trastornos del sueño entre otras patologías
Madrid/Las Palmas de Gran Canaria/Melilla, 15 de junio de 2021.- “Es difícil tratar peor a las personas y generarles más dolencias por las condiciones en las que las acogemos”, señala la presidenta de Médicos del Mundo, Nieves Turienzo, tras la demoledora investigación que hemos realizado en Médicos del Mundo sobre la salud de las personas migrantes en la frontera sur de Europa, en concreto en Melilla y las Islas Canarias. La salud naufraga en la frontera sur, como lleva por título el documental que acompaña al informe, con testimonios de los protagonistas.
Crisis de ansiedad, insomnio, dolores de cabeza y de espalda, estreñimiento, vómitos, diarreas, brotes de sarna, hongos, sabañones y un largo etcétera que culmina con el peor diagnóstico de una salud mental agotada: autolesiones, crisis de ansiedad y abuso de psicotrópicos. Este apabullante diagnóstico deriva de las condiciones en las que los migrantes viven en los recursos de acogida que ofrece la Administración.
La mayoría de los centros habilitados para responder a esta emergencia humanitaria son insalubres, tienen una mala alimentación y persisten en un hacinamiento que imposibilita cumplir las medidas de seguridad en plena pandemia de covid-19. Las personas migrantes denuncian escasez de comida y agua potable, así como la carencia de una dieta mínimamente equilibrada, que deriva en problemas digestivos. “Pasé de comer tres bocadillos al día en el centro en el que estaba a compartir un trozo de pollo con decenas de personas en la calle” explica Makha, un joven senegalés que dejó el alojamiento adonde le llevaron por sus malas condiciones y ahora sobrevive en las calles de Tenerife.
Del mismo modo, las condiciones higiénicas son claramente insuficientes, con un acceso restringido a las duchas y al agua corriente, así como escasez de inodoros. “Conseguí un pantalón y un calzoncillo semanas después de llegar. Cuando llovió un día, las aguas fecales entraron en la carpa, fue entonces cuando me fui a vivir a la calle, porque pensé que la situación no podía ser peor a la que teníamos en el centro”, explica Younes, un chico marroquí que ha pasado por varios recursos en la isla de Gran Canaria.
Mención aparte merecen las instalaciones del V Pino en Melilla, que superaron los límites de lo humanamente tolerable, generando un riesgo altísimo de salud pública. Estas instalaciones contaban únicamente con 3 baños y una ducha para más de 200 personas, que no eran debidamente limpiadas y desinfectadas. El inadecuado sistema producía que las aguas fecales llegaran a las carpas donde dormían estas personas.
Además, el hacinamiento de las carpas donde duermen hace que la noche sea un continuo tumulto de voces, de falta de espacio, y con ello insomnio, dolores de cabeza, de espalda, etc. Tampoco se ha garantizado debidamente la protección frente a la covid-19. La sobredimensión de los recursos habilitados y su sobreocupación conlleva a la incapacidad de mantener en estos centros las medidas exigidas por el Ministerio de Sanidad al conjunto de la población. El hecho de que cientos de personas convivan sin ningún tipo de distancia social y con unas condiciones de higiene deficientes ha puesto en serio riesgo la salud individual y colectiva, derivando en múltiples brotes que han exigido realizar cribados masivos.
Una salud mental al límite
Médicos del Mundo alertamos del crítico estado de la salud mental de estas personas. Los migrantes cargan con el sufrimiento generado por la decisión de migrar, un viaje extremadamente peligroso -la canaria es la ruta más mortal para alcanzar Europa- y las condiciones de acogida expuestas. Los grandes macrocentros tampoco cuentan con actividades de esparcimiento, ocio e integración, así que los migrantes rumian sus pensamientos día y noche. La falta de expectativas, de información y apoyo psicológico conviven con el miedo a ser repatriados y tener que afrontar un nuevo fracaso.
«Cuando una persona viene sufriendo después de una travesía muy dura hay que atenderles, y hay que hacerlo con dignidd y humanidad. sin embargo pensamos que las condiciones de acogida no han servido para reparar ningún sufrimiento, sino para crearlo”, apunta Inmaculada Gómez, responsable de Migración de Médicos del Mundo Canarias
Cabe destacar que los centros de emergencia habilitados no cuentan con suficientes profesionales de salud mental con capacidad para tratar todas las dolencias que presentan los pacientes, que abarcan desde trastornos del sueño y frustración a situaciones de ansiedad y depresión, e incluso conductas disruptivas, autolesiones e intentos de suicidio. La imposibilidad de una atención adecuada es manifiesta y deriva en algunos casos en el abuso de psicotrópicos para tratar cuadros psicológicos.
Como respuesta a esta crisis de acogida, muchos ciudadanos y ciudadanas españoles se han organizado para acoger a migrantes que viven en la calle en una respuesta improvisada llena de humanidad.
Puedes conocer el informe sobre salud y migraciones al sur de Europa aquí: ACCESO AL INFORME.
También podéis acceder a la página web Frontera Sur