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“Nuestra vida aquí es un infierno”

Fotografía: Yolanda Álvarez
Vivienda destruida por el ejército israelí en Cisjordania

“Nuestra vida aquí es un infierno”

Reportaje escrito por Yolanda Álvarez (@yalvareztv), periodista, excorresponsal de TVE en Oriente Próximo
Esencial

Hablan las familias beduinas de Cisjordania

A veces duermo en esta sala comunitaria; otras, en casa de mi hijo. Quiero hacerme otra casa, pero sé que el Ejército vendrá y me la destrozará otra vez

Fatimeh tiene 75 años, pero su piel curtida por el sol y su rostro surcado de arrugas la hacen aparentar una edad mayor. En su áspera mano lleva un pañuelo de papel, para enjugarse las lágrimas. Me cuenta que perdió hasta su ropa. Del que era su hogar, sólo quedan unas chapas de hojalata y conglomerado, amontonadas y deformadas por un buldócer israelí hace menos de dos meses. No es la única casa apisonada. Al otro lado de la tienda, yacen los restos de otra que ha corrido la misma suerte. Las autoridades israelíes las demolieron argumentando que carecían de permiso de construcción.

Al campamento de Makabar Samen, entre Jericó y Jerusalén, se llega por un camino de tierra. Desde allí se divisan en sendas colinas las construcciones de cemento y los árboles de dos colonias israelíes, a las que se accede por carretera asfaltada. A apenas 200 metros, se ve la casa sin enlucir de un colono, con una plantación agrícola, rodeada por una valla metálica. Las Convenciones de Ginebra prohíben expresamente el traslado de población civil a un territorio ocupado, lo que convierte todos los asentamientos israelíes en el Territorio Ocupado Palestino en ilegales. Sin embargo, sobre ninguna de esas casas pesa una orden de demolición.

Nos encontramos con Fatimeh y otras mujeres palestinas en la “muddafe”, la tienda en la que el poblado beduino recibe a los visitantes. Acompaño a Hania Al-Essawi, trabajadora social de Médicos del Mundo, a una reunión que forma parte de su programa de salud mental con la comunidad beduina palestina en Cisjordania.

Mujeres beduinas charlan con personal de Médicos del Mundo. Fotografía de Yolanda Álvarez
Mujeres beduinas charlan con personal de Médicos del Mundo. Fotografía de Yolanda Álvarez

Una tras otra, las mujeres beduinas van desgranando su sufrimiento. En todos sus testimonios está presente el miedo: a las demoliciones y a los ataques de los colonos. Nadia, con un pequeño en su regazo, nos narra un episodio: “Mis tres hijas, de seis, cuatro y tres años, estaban jugando en los alrededores, cuando llegó un colono en su coche. Salió armado con un rifle. Las niñas corrieron a casa llorando. Su tío salió y el colono le dijo: Que las niñas no se acerquen a esta zona; si vienen, las mataré.” Una señora de 57 años cuenta cómo a su hijo de 18 lo cogió de la camisa un colono y le dijo que se largara de allí. Desde entonces, el chaval no se atreve a salir solo. También pasan miedo cada vez que llevan a pastar al rebaño.

Cuando les pregunto por qué creen que los colonos actúan así, una de ellas me contesta: “Nos acosan para que nos vayamos y les dejemos el terreno libre.” Y siguen narrando otras anécdotas que ilustran su frustración: “El colono que vive más cerca pone música de discoteca muy fuerte algunas noches. No nos dejan ni descansar. Sin embargo, cuando en nuestra comunidad hay una boda, la policía israelí viene y nos obliga a quitar nuestra música. No hay derecho. Nuestra vida así es un infierno”, se desahoga Soad.

La trabajadora social, Hania, las escucha atentamente y poco a poco se gana su confianza. Toma nota de sus preocupaciones e intenta devolverles el ánimo para hacer frente a su difícil situación. Les explica la importancia de compartir su dolor y sus temores.

Jesús Pérez, coordinador de salud mental de Médicos del Mundo, me explica cómo intervienen: “En cuanto hay una demolición o un ataque, recibimos una alerta y acudimos lo antes posible. En la primera visita, evaluamos las necesidades básicas, incluidas las psicosociales, y conectamos con otras ONG que puedan contribuir en la actuación. Nosotros analizamos el impacto psicológico, intentamos detectar qué reacciones son normales y cuáles necesitan un apoyo especializado, y trabajamos con la comunidad para ayudarla a afrontar esa difícil situación.”

Las demoliciones también violan el artículo 49 de la Cuarta Convención de Ginebra, que prohíbe los desplazamientos forzosos. Pero además de ser ilegales, tienen enormes consecuencias en la salud mental de los palestinos que las sufren. “Los niños tienen pesadillas, se despiertan llorando, pierden el apetito o se orinan en la cama y aumenta su agresividad. Algunas mujeres padecen depresiones. En este contexto de violencia habitual, algunas respuestas se cronifican, porque el desencadenante del estrés permanece. El síndrome de estrés postraumático se queda corto para describir su sufrimiento”, nos explica el psicólogo Jesús Pérez, con una larga experiencia en situaciones de violencia.

Grupo de viviendas destruidas por el ejército israelí en Cisjordania
Grupo de viviendas destruidas por el ejército israelí en Cisjordania

Las órdenes de demolición contra hogares, escuelas y otras estructuras palestinas han aumentado en la última década, según los datos de OCHA, la organización de la ONU que coordina la ayuda humanitaria. Y con cada demolición, crece el sufrimiento y la frustración de las personas que la sufren.

Al final de nuestra visita al campamento, las mujeres beduinas sonríen. No sólo su piel está curtida; también su corazón. Son mujeres de una gran fortaleza, pero se saben desprotegidas. Sus maridos se sienten impotentes. Durante este medio siglo de ocupación, nadie ha velado ni vela por su seguridad. Jesús lo resume muy bien en una frase: "la ocupación los hace más vulnerables"

 

 

También puedes leer el anterior reportaje publicado por Yolanda Álvarez: Un faro en la oscuridad

En el informe "Demoliendo la salud mental" analizamos la oleada de demoliciones en Cisjordania y Jerusalén Este en 2016 y su impacto en la salud mental de la población palestina.

 

Yolanda
Álvarez

periodista, excorresponsal de TVE en Oriente Próximo